Este terremoto nos dejó con el poto a dos manos: asustados, perplejos, adoloridos, enrabiados.
Este terremoto nos desnudó de varias formas:
Nuestro exagerado parecido a los personajes ciegos de “Ensayo sobre la ceguera”, con nuestros saqueos salvajes y en algunos casos innecesarios. Y no me refiero sólo a quienes salieron arrancando con plasmas y otros artículos igualmente ridículos en caso de una emergencia tan grande como ésta. Hablo también de todos aquellos empresarios y políticos que a través de sus leyes propician saqueos a grandes escalas y ante los cuales guardamos silencio o nuestro precario grito no alcanza a ser escuchado por el apriete de una mordaza invisible, pero que se manifiesta a través del control de los medios… Pido entonces cárcel no sólo para aquellos que tontamente roban televisores y microondas (a éstos hasta los excuso en parte, puesto que se les ha enseñado a vivir en una dinámica social en la que donde quién más valor tiene, es el que tiene más), sino para quienes nos están dejando, paulatinamente, sin agua que beber, sin bosques que disfrutar, sin buen aire para respirar, sin buena comida que comer.
Este sacudón dejó de manifiesto también la enorme cantidad de plata que hay en Chile, que está en manos de unos pocos y que se deja ver sólo en las teletones en un ostentoso espectáculo de pseudosolidaridad mediática. Y que el resto del tiempo hiberna en los bolsillos y cajas fuertes de unos pocos. Ejemplo claro: sólo la familia Luksic donó alrededor de 5.000 millones de pesos (no logro imaginar cuánto es eso) y nuestro sueldo mínimo alcanza a $165.000 (demás está decir que hay quienes viven incluso con menos que esto).
Bueno, nuevamente quienes levantaremos este país somos los trabajadores. Sí, no se engañe, los empresarios donantes en la teletón rebajan impuestos por hacer estas contribuciones, rebajan impuestos por apoyar causas sociales, culturales o educativas para después llenarse la boca con discursos de solidaridad. No señor, ser solidario es dar, así no más, sin esperar de vuelta. Éstos dan lo que les sobra. Si lo piensa bien, con toda la plata que se mueve en este país y que quedó de manifiesto en el programa de la Teletón, en chile no debiera haber la pobreza que hay, y tendríamos que volver a levantarnos en tres tiempos.
Quien es verdaderamente solidario es usted, soy yo. Quienes ayudamos con plata limpia, producto de nuestro trabajo.